¿Qué dice el Salmo 51?
SALMO 51 RV1960
Arrepentimiento, y plegaria pidiendo purificación
Al músico principal. Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, vino a él Natán el profeta.
1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
5 He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
9 Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.
16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
18 Haz bien con tu benevolencia a Sion;
Edifica los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
El holocausto u ofrenda del todo quemada;
Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960.
SALMO 51 NVI
Al director musical. Salmo de David, cuando el profeta Natán fue a verlo por haber cometido David adulterio con Betsabé.
1 Ten piedad de mí, oh Dios,
conforme a tu gran amor;
conforme a tu misericordia,
borra mis transgresiones.
2 Lávame de toda mi maldad
y límpiame de mi pecado.
3 Yo reconozco mis transgresiones;
siempre tengo presente mi pecado.
4 Contra ti he pecado, solo contra ti,
y he hecho lo que es malo ante tus ojos;
por eso, tu sentencia es justa
y tu juicio, irreprochable.
5 Yo sé que soy pecador de nacimiento;
pecador, desde que me concibió mi madre.
6 Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo;
en lo secreto me has enseñado sabiduría.
7 Purifícame con hisopo y quedaré limpio;
lávame y quedaré más blanco que la nieve.
8 Anúnciame gozo y alegría;
infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.
9 Aparta tu rostro de mis pecados
y borra toda mi maldad.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
y renueva un espíritu firme dentro de mí.
11 No me alejes de tu presencia
ni me quites tu Santo Espíritu.
12 Devuélveme la alegría de tu salvación;
que un espíritu de obediencia me sostenga.
13 Así enseñaré a los transgresores tus caminos,
y los pecadores se volverán a ti.
14 Dios mío, Dios de mi salvación,
líbrame de derramar sangre
y mi lengua alabará tu justicia.
15 Abre, Señor, mis labios
y mi boca proclamará tu alabanza.
16 Tú no te deleitas en los sacrificios
ni te complacen los holocaustos;
de lo contrario, te los ofrecería.
17 El sacrificio que te agrada
es un espíritu quebrantado;
tú, oh Dios, no desprecias
al corazón quebrantado y arrepentido.
18 En tu buena voluntad, haz que prospere Sión;
levanta los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
los holocaustos del todo quemados,
y sobre tu altar se ofrecerán novillos.
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015, 2022 por Biblica, Inc.®, Inc.®
SALMO 51 NTV
Para el director del coro: salmo de David, cuando el profeta Natán fue a verlo después que cometió adulterio con Betsabé.
1 Ten misericordia de mí, oh Dios,
debido a tu amor inagotable;
a causa de tu gran compasión,
borra la mancha de mis pecados.
2 Lávame de la culpa hasta que quede limpio
y purifícame de mis pecados.
3 Pues reconozco mis rebeliones;
día y noche me persiguen.
4 Contra ti y solo contra ti he pecado;
he hecho lo que es malo ante tus ojos.
Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices
y que tu juicio contra mí es justo.[a]
5 Pues soy pecador de nacimiento,
así es, desde el momento en que me concibió mi madre.
6 Pero tú deseas honradez desde el vientre[b]
y aun allí me enseñas sabiduría.
7 Purifícame de mis pecados,[c] y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
8 Devuélveme la alegría;
deja que me goce
ahora que me has quebrantado.
9 No sigas mirando mis pecados;
quita la mancha de mi culpa.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
11 No me expulses de tu presencia
y no me quites tu Espíritu Santo.[d]
12 Restaura en mí la alegría de tu salvación
y haz que esté dispuesto a obedecerte.
13 Entonces enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y ellos se volverán a ti.
14 Perdóname por derramar sangre, oh Dios que salva;
entonces con alegría cantaré de tu perdón.
15 Desata mis labios, oh Señor,
para que mi boca pueda alabarte.
16 Tú no deseas sacrificios; de lo contrario, te ofrecería uno.
Tampoco quieres una ofrenda quemada.
17 El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado;
tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.
18 Mira a Sion con tu favor y ayúdala;
reconstruye las murallas de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios ofrecidos con un espíritu correcto,
con ofrendas quemadas y ofrendas quemadas enteras.
Entonces volverán a sacrificarse toros sobre tu altar.
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010.
SALMO 51 TLA
Perdóname, Dios mío
SALMO 51 (50)
David compuso este salmo después de que tuvo relaciones sexuales con Betsabé. El profeta Natán lo reprendió por haber cometido adulterio.
1 Dios mío,
tú eres todo bondad,
ten compasión de mí;
tú eres muy compasivo,
no tomes en cuenta mis pecados.
2 ¡Quítame toda mi maldad!
¡Quítame todo mi pecado!
3 Sé muy bien que soy pecador,
y sé muy bien que he pecado.
4 A ti, y sólo a ti
te he ofendido;
he hecho lo malo,
en tu propia cara.
Tienes toda la razón
al declararme culpable;
no puedo alegar
que soy inocente.
5 Tengo que admitir
que soy malo de nacimiento,
y que desde antes de nacer
ya era un pecador.
6 Tú quieres que yo sea sincero;
por eso me diste sabiduría.
7 Quítame la mancha del pecado,
y quedaré limpio.
Lava todo mi ser,
y quedaré más blanco que la nieve.
8 Ya me hiciste sufrir mucho;
¡devuélveme la felicidad!
9 No te fijes en mi maldad
ni tomes en cuenta mis pecados.
10 Dios mío,
no me dejes tener
malos pensamientos;
cambia todo mi ser.
11 No me apartes de ti;
¡no me quites tu santo espíritu!
12 Dame tu ayuda y tu apoyo;
enséñame a ser obediente,
y así volveré a ser feliz.
13 A los pecadores les diré
que deben obedecerte
y cambiar su manera de vivir.
14-15 Señor y Dios mío,
Dios de mi salvación,
líbrame de la muerte,
y entre gritos de alegría
te daré gracias
por declararme inocente.
Abre mis labios
y te cantaré alabanzas.
16 Yo con gusto te ofrecería
animales para ser sacrificados,
pero eso no es lo que quieres;
eso no te complace.
17 Para ti,
la mejor ofrenda es la humildad.
Tú, mi Dios, no desprecias
a quien con sinceridad
se humilla y se arrepiente.
18 Trata con bondad a Jerusalén;
vuelve a levantar sus murallas.
19 Entonces recibirás con gusto
las ofrendas que mereces,
y en tu altar se presentarán
toros en tu honor.
Copyright © 2000 by United Bible Societies
Explicación del Salmo 51
El Salmo 51 es una súplica de arrepentimiento y restauración espiritual. Este salmo es uno de los más conocidos y profundos en la Biblia, ya que refleja el corazón quebrantado del rey David tras haber pecado gravemente. Es una oración que expresa el arrepentimiento genuino y la búsqueda de la misericordia de Dios. En su esencia, este salmo trata del pecado, el perdón y la restauración que solo Dios puede otorgar. David reconoce su culpa y se arroja a la misericordia de Dios, pidiendo limpieza y un corazón renovado.
Información sobre el Salmo 51
Este salmo es un ejemplo de la profundidad de la relación entre el ser humano y Dios, mostrando cómo el arrepentimiento sincero puede conducir a la restauración divina. La oración de David revela el poder transformador del perdón y la gracia de Dios. Este texto ha sido una fuente de consuelo y esperanza para muchos a lo largo de la historia, ya que destaca que, aunque el pecado es real y destructivo, Dios es más grande y está dispuesto a perdonar a quienes se arrepienten con sinceridad.
Contexto Histórico
El Salmo fue escrito por David tras su pecado con Betsabé y el asesinato de su esposo Urías (2 Samuel 11-12). El profeta Natán confrontó a David con su pecado, lo que llevó a este profundo arrepentimiento. Este contexto histórico es vital para comprender la intensidad emocional y espiritual del salmo. David, como rey ungido de Israel, había caído en graves pecados, pero en lugar de huir de Dios, reconoció su error y buscó su perdón. El salmo refleja la conciencia de David sobre la gravedad de su pecado y su confianza en la misericordia divina.
Estilo Literario
El Salmo 51 es un lamento penitencial, un tipo de salmo que se caracteriza por la confesión del pecado y la petición de perdón. Emplea un lenguaje poético y simbólico para expresar el profundo dolor y la necesidad de limpieza espiritual. Se utilizan metáforas como «lava mis iniquidades» y «purifícame con hisopo» para describir el anhelo de David de ser limpiado de su pecado. El salmo también incluye paralelismos típicos de la poesía hebrea, donde se refuerzan las ideas a través de la repetición de pensamientos en diferentes formas.
Relevancia Teológica
Teológicamente, el Salmo 51 ofrece una profunda comprensión de la naturaleza del pecado y la gracia de Dios. En primer lugar, subraya la gravedad del pecado, no solo como una transgresión externa, sino como algo que afecta profundamente el corazón y la relación con Dios. David reconoce que su pecado es principalmente contra Dios, lo que demuestra una comprensión teológica de la santidad divina. En segundo lugar, el salmo muestra que Dios no se complace en sacrificios externos sin un corazón arrepentido. Es un recordatorio de que Dios busca la sinceridad y el arrepentimiento genuino. Finalmente, destaca la posibilidad de restauración; aunque el pecado nos separa de Dios, su misericordia es suficiente para renovar y restaurar.
Quién lo escribió
David fue el autor del Salmo 51 , como podemos apreciar en el título que lo acompaña en la Biblia. Este título señala específicamente que fue compuesto después de que el profeta Natán confrontó a David por su pecado con Betsabé. A lo largo de la historia, David ha sido considerado como el autor de muchos salmos, y su vida y experiencia personal le dieron una comprensión única del pecado, el perdón y la restauración, que se refleja en sus escritos.
Aplicación del Salmo 51
Este salmo tiene una aplicación clara y poderosa en la vida de cualquier creyente. Nos enseña la importancia del arrepentimiento sincero cuando fallamos. La vida cristiana no es perfecta, y todos caemos en pecado, pero el Salmo 51 nos muestra que la clave está en cómo respondemos a nuestros errores. En lugar de justificarnos o ignorar nuestro pecado, debemos venir a Dios con un corazón contrito, sabiendo que Él es misericordioso y fiel para perdonar. También nos anima a no solo buscar perdón, sino también una transformación interna, pidiendo a Dios un corazón limpio y renovado.
Enseñanzas principales del Salmo 51
El reconocimiento del pecado: Una de las principales lecciones de este salmo es la importancia de reconocer y confesar el pecado. David no excusa sus acciones ni las minimiza; en cambio, las expone delante de Dios con plena conciencia de su gravedad.
El arrepentimiento sincero: El Salmo 51 destaca el poder de un corazón arrepentido. No basta con solo sentirse mal por el pecado; es necesario venir a Dios con un deseo genuino de cambio y restauración.
La misericordia de Dios: Una de las enseñanzas clave es que Dios es misericordioso y está dispuesto a perdonar cuando venimos a Él en arrepentimiento. La gracia divina es más grande que cualquier pecado.
El deseo de transformación: David no solo pide perdón, sino también una renovación completa. Clama por un corazón puro y un espíritu recto, reconociendo que solo Dios puede transformar verdaderamente el corazón humano.
La adoración verdadera: El salmo nos recuerda que Dios no busca sacrificios externos sin un cambio interno. La verdadera adoración es una vida transformada que refleja gratitud y obediencia a Dios.
En resumen, el Salmo 51 es un poderoso recordatorio de la gravedad del pecado, pero también del poder redentor de la gracia de Dios. Nos llama a un arrepentimiento sincero y a confiar en la misericordia de Dios, que tiene el poder de transformar incluso el corazón más endurecido.